Tomarse Facebook con humor

No me gustan los "me divierte" cuando llevan una intención burlona, pero definitivamente hay que ver con humor las publicaciones que la gente suele hacer en las redes sociales; se trata de una oportunidad para el esparcimiento, nada más. No esperemos que lo que allí se geste represente puntos de vista serios y dignos de tomarse en cuenta, ni siquiera viniendo de usuarios "intelectuales".
Que cada quien opine todo lo que quiera, de acuerdo, mas pensemos: ¿en qué momento quienes se la pasan hablando sobre cierta cuestión se han tomado la molestia de agarrar un buen libro —o más de uno— que trate a profundidad la cuestión susodicha? Eso lleva bastante tiempo, y meterle velocidad es peligroso. Hay tantos extraños saberes, nuevos y antiguos —antropología molecular, psiquiatría, criminogénesis, cibernética, análisis multivariante y un enorme etcétera—, relacionados de una forma u otra con aquellos temas en los que tanto ingenuo se cree experto, que deberíamos preguntarnos a qué hora del día o de la noche esa bola de tuiteros/feisbuqueros/youtuberos se dedican a quemarse las pestañas estudiando a fondo o pensando rigurosa y desprejuiciadamente aquello sobre lo que creen tener derecho de opinar (o, peor aún, aquello sobre lo que creen que pueden hacer memes burlescos). El tiempo que deberían ocupar aprendiendo, lo ocupan pontificando, manifestando indignación y urgencia por adoptar una postura "crítica", atacando desde un celular a quienes no comparten las mismas ideas, imaginando que van a desmantelar un argumento mediante la suma de pueriles reacciones en contra.
Nadie sabe tanto como para burlarse o decepcionarse de otros.
So... just take it easy! Quizá nada haya que decir, nada que refutar, nada que soslayar, nada de qué protestar, nada de qué indignarse, nadie de quién burlarse, nadie a quién ofender. Sé que esto no es del agrado de revolucionarios, paladines de la libertad de expresión, transformadores sociales, defensores de la democracia y la equidad. Sin embargo, ¿qué de anti-revolucionario, anti-libertario o anti-social tiene la simple contemplación, el estudio silencioso, el análisis cauteloso, la reflexión a solas, el debate amistoso sin la pretensión de sabérnoslas de todas todas y el consecuente riesgo de que quienes de veras se la saben nos vean como "una legión de idiotas"?
En el Mahabharata (un libro obsoleto, aburridísimo, que seguramente nada tiene que ver con el feminismo ni con ninguna de las calientes problemáticas de la actualidad) se dice que «el acto sigue al actor como su sombra», que nada de lo que hacemos se pierde, que nada cae en el olvido, que el karma existe, que cada uno tiene lo que se merece y que, aunque no lo parezca, este mundo es el mejor de todos los posibles. Nos encontramos frente a una cosmodicea que anticipa por siglos a la teodicea de la modernidad occidental. ¿Quién puede negar que estamos donde tenemos que estar, que creemos o afirmamos u opinamos lo que tenemos que creer o afirmar u opinar, y que para percatarnos de ello sólo hay que esperar el tiempo suficiente?

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