¿Eres feminista?

Hace muchos años, dentro del quirófano, un oncocirujano me preguntó qué música me gustaba, a lo que respondí que el rock. ¡Y para qué! El culero me puso a Maná y yo ya no supe si me quedé dormido por la anestesia o por el tedio de escuchar "Eres mi religión" en pleno estrés prequirúrgico. Desde entonces titubeo muchísimo al catalogarme como rockero.

Un desarreglo categorial similar sucede en medio de la propaganda de la tercera ola feminista, que poco tiene que ver con aquellas encomiebles demandas sobre maternidad que reclamaban las primeras mujeres feministas en el México de los años veinte. Pues hoy se catalogan feministas tanto estudiosas de Simone de Beauvoir, como tiktokers que en su vida han agarrado un puto libro y se la pasan maldiciendo a los hombres por ser hombres. El movimiento de tercera (ola) da cobijo tanto a intelectuales persuadidas por la reflexión y la teoría, como a meras víctimas de un exnovio golpeador y un padrastro que las violó en su infancia (espero que no se me malinterprete). 

El problema es que aquí ya no se trata de simples gustos musicales, donde realmente no tiene nada de malo que te guste Maná, Steven Wilson y Bad Bunny a la vez. Ya lo dijo Jorge Drexler, el mundo está bastante dividido para venir a chingar con postureos inmamables. Pero tampoco se trata de estropear luchas en vez de unir las fuerzas de todas las minorías oprimidas, siempre y cuando, eso sí, se tenga perfectamente ubicado al verdadero enemigo, que no es algo tan ficticio –o secundario– como la noción de patriarcado, sino algo tan tangible y acuciante como lo es el capitalismo.

El trabajo maternal doméstico apunta a un problema mayor, que es el trabajo asalariado, en efecto, “... las buenas madres eran responsables de instaurar dentro de casa los valores capitalistas, aquellos que un ciudadano moderno debía tener: higiene, puntualidad y organización. Una buena familia no distinguía entre hogar y trabajo y, de esta forma, las mujeres procreaban hijos/ciudadanos que tuvieran una ética de trabajo capitalista.” (https://www.gaceta.unam.mx/dia-de-las-madres-una-invencion-capitalista/)

Sé de alguien que dice ser proaborto, no sólo porque cree que ser provida es la única alternativa, sino porque cree que ser provida significa estar trayendo hijos al mundo. ¿Alguien lo duda? ¿Creen que no hay la suficiente desinformación? Frente a una sociedad tan poco dispuesta o privilegiada para informarse, para pensar críticamente antes de convertirse en ciegos súbditos de las ideologías, quienes sí se informan y sí piensan deberían de medir las consecuencias de su proselitismo sutil y paternalista.

Un perico entrenado para gritar "las queremos vivas", "viva la revolución", "se va a caer, se va a caer, el patriarcado se va a caer", "14/88", o cualquier otra consigna, no es un agente consciente con compromiso político. No es una lucha de liberación aquella donde las cabecillas manipulan los datos e influyen en el comportamiento de las masas para que éstas se limiten a mimetizar las acciones que se creen las correctas. Celebrar que "el movimiento está creciendo", a costa del claro acondicionamiento conductista, es muy nefasto. Aún cuando un movimiento social esté en lo cierto, no basta estar en lo cierto accidentalmente (y al ser un movimiento tan popular, dudo que se llegue a la certeza si no es accidentalmente); hay que generar individuos autónomos que duden y cuestionen antes de abrir el pico bajo la urgencia de tener razón o dársela al líder de su tribu. Hay que tener cautela de no colocar bajo la misma etiqueta al autor y al plagiador, a quien resuelve un examen y al que le copia las respuestas, a las feministas y a las feminazis.

Llegar a una certeza accidental, mediante el proselitismo paternalista, puede brindarnos la confianza ingenua de creer que sabemos de lo que hablamos y, bajo esa misma confianza, llegar a impartir coaching, formar una secta o impulsar regímenes totalitarios. La agitación transitoria es respaldada por la pereza mental y la aprobación ad populum de la tribu y de sus cabecillas, lo cual no es de ayuda al enfrentar las problemáticas sociales que nos aquejan a todos. Lo que dichas problemáticas exigen son, no la adhesión a movimientos que sólo mantienen el régimen mediante las mismas herramientas de opresión, vigilancia y castigo que supuestamente se quieren derrocar, sino la crítica permanente, la duda, la documentación incansable y la búsqueda del pensamiento autónomo que nos lleve a una mejoría y un cambio auténticos.

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