A la amiga alcahueta de mi novia
Si tu amiga te cuenta pestes de su novio y ella no lo deja a pesar de que tú le insistes en que lo haga, pregúntate si acaso no hasta su mismo novio ya le ha pedido que lo deje, pregúntate si no será más prudente negarle oídos a esa amiga, por mucho que sea casi como una hermana para ti. Las relaciones son complejas, únicas y enrevesadas como la chingada. A veces ni los mismos miembros directamente implicados en la relación son conscientes de todas y cada una de las aristas que presenta. Si de verdad quieres a tu amiga, no te metas en sus relaciones. No elabores tramas ni saques conclusiones a partir de la sola versión que ella te brinde. Si consideras que tu amiga está en peligro, facilítale un abogado o un psicólogo, pero tú guarda silencio y toma tu distancia, pues no sabes realmente nada. Puede que conozcas a ella como amiga, pero no como novia, ni como hija, ni como nieta... y mucho menos conoces a su novio, ¡por favor! Créeme que estás lejos de ser la escucha o consejera heroina que la salve de ese terrible lugar en el que tu amiga misma sigue viviendo durante años a pesar de su sufrimiento aparente. Y aunque sí que hay diablos en este mundo, son menos comunes de lo que la gente quiere admitir, y las probabilidades de que tu amiga tenga a uno por novio son extraordinariamente escasas. Parece más verosímil que ese diablo no sea tan diablo como ella te ha contado y que por algo ella no lo deja, finalmente (y no es precisamente que la tenga amenazada). Quizá si tuvieras la posibilidad de escuchar la versión de él, o, mejor aún, de poder ver con tus propios ojos el papel que juegan ambos en el desarrollo de su relación, como si fuese una obra de teatro o una película, te sorprenderías de él y te decepcionarías de ella. Serías más humilde y más prudente al prestarle oídos a la gente, serías más cautelosa para hacer amigas. Sabrías que nadie, absolutamente nadie, es ni completamente bueno ni completamente malo, y que hasta el príncipe azul más pacífico y amoroso puede convertirse en la bestia más atroz si lo enfrentas con circunstancias lo suficientemente aversivas o lo tratas largo rato y sin razón como si fuera un costal de tres pesos. Cuida tus juicios y consejos. No caigas en la trampa de chiquearle los egos a quien dices apreciar. Y si tienes la oportunidad de ver las cosas objetivamente, de hacerte de ambas versiones en un problema de pareja y a partir de ahí notas que tu amiga la está cagando, no temas hacérselo saber, aunque te deje de hablar. Cágala, mándala a terapia o aléjate de ella si es necesario. Es por su bien, y el bien de ella está primero que cualquier falsa o engañosa amistad.
Ahora bien, si eres tú la amiga quejosa, cuídate de las amigas que prestan oídos a tus dramas y te dan consejos de separación o ruptura, porque puede que en el fondo estos nazcan de la envidia. Tal vez ellas estén tratando de sabotear inconscientemente tu relación porque en el fondo creen que no mereces un novio al que, a pesar de su valía e impecabilidad, tratas como a un pendejo y acusas como a un diablo.
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